Emilio Carrere (1880-1947)

En la sección «Los cantos de la guerra» publica un total de 4 poemas. Se trata de diálogos escritos en versos de ocho, nueve o catorce sílabas y con el predominio de la forma romance. Carrere se muestra aliadófilo, defensor de la civilización latina y asocia a los alemanes con los antiguos bárbaros, destructores del patrimonio artístico europeo y de la convivencia. También se recrea en la identificación de los alemanes con el Demonio y el Anticristo. Esta postura es la misma que la de otros muchos poetas modernistas hispanoamericanos de la época y de ella se encuentran suficientes ejemplos en Cervantes.

Cervantes (10, mayo 1917, 21-27)
«La gloria de la guerra» es un romance en eneasílabos. Es el diálogo de una madre y su hija, en forma de pastiche del romance tradicional español. Los alemanes quedan equiparados a bárbaros que intentan destruir la civilización latina, como en los tiempos de la caída de Roma. Carrere se centra en lo que de destructor del patrimonio artístico europea tiene la guerra.

«El Diablo y la Muerte» está en alejandrinos. Es un alegato antialemán en el que se acusa directamente a «Guillermo de Prusia» de ser el causante de la barbarie de la guerra y representante del Demonio en la tierra.

«Diálogo heróico» es un diálogo en verso entre Rocinante, Babieca y el perro de Diógenes. Ahora el tema principal es la reflexión sobre el fracaso del progreso tecnológico a la hora de evitar la barbarie, pues «los bárbaros han vuelto». Con cinismo, el perro de Diógenes sentencia: «los hombres se asesinan muy… científicamente». Hay cierto aire de aceptación cínica.

Cervantes (10, agosto 1917, 118-120)
«Balada» enlaza con «La gloria de la guerra» y es un diálogo entre una niña y su madre, como romance de arcaizante («la mi madre», «malhaya la guerra», «diz»). Se execran los males de las armas. El matiz novedoso lo constituye el asesinato del novio de la chica, por lo que la guerra destruye también el amor. La sección de la revista se completa con «Ya se van los quintos, madre…» de Enrique de Mesa.